La crioterapia (tratamiento con frío), también conocido como criocirugía, es un excelente método usado en el consultorio, que no requiere hospitalización y con el que se destruyen tumores benignos y malignos de la piel, lo mismo que esos vasitos en forma de arañitas que aparecen en las mejillas, en las alas nasales, como también en los muslos y en las piernas.
En un reciente reporte, la criocirugía ocupó el segundo puesto, entre los métodos más usados en los consultorios de los dermatólogos. El mecanismo de destrucción es la necrosis de los tejidos que componen la lesión y la cual responde a una congelación e hinchazón de las células atacadas. Las áreas tratadas revitalizan, mostrando curación total de la afección. Lo bueno de este tratamiento es que los efectos adversos son menores y de corta duración.
Este tratamiento no es nuevo, para tranquilidad de ustedes es más antiguo que ustedes mismos, tiene un siglo de existencia.
Después del desarrollo científico de depósitos que pudieron conservar el estado subcero de elementos, como el nitrógeno, el oxígeno y el hidrogeno, la cirugía con frío se ha incrementado dramáticamente.
En 1940, el nitrógeno líquido llegó a ser el más estudiado y el método más utilizado; el cual comenzó humedeciendo un aplicador de algodón y en la década de los 60 los dermatólogos Cooper y Lee introdujeron un aparato tipo spray y las puntas cerradas o probetas. Para el año 1990, el 87 % de los dermatólogos usaban nitrógeno líquido en la práctica diaria.
Las ventajas de este método es que es muy fácil de usar, comenzando porque que casi nunca, (por no decir nunca) se requiere de anestesia para su uso, es de bajo costo y sus resultados cosméticos son excelentes.
En mi caso particular, la mayoría de los tumores cancerígenos, que se presentan en la piel y por los que consultan muchos pacientes, son destruidos mediante el frío, acompañado de curetaje, para confirme el no regreso del tumor.
Si ustedes quieren saber cómo actúa el frío, primero deben aceptar simplemente que ninguna de las células que forman la piel y que se convierten en nuestro objetivo, resiste un enfriamiento de menos 196 grados centígrados.
El daño de la célula ocurre durante el descongelamiento posterior a la congelación de la misma.
Observemos algo muy importante, si sabemos que en la piel hay varias células, veamos lo que sucede con algunas de ellas, por ejemplo la célula queratinocito, que se encuentra en la epidermis, que es la capa más superficial de la piel , necesita -50 grados centígrados para destruirse, pero por el contrario la célula melanocito, que es la encargada del color de la piel, es más delicada y solo necesita de -5 grados centígrados para ser destruida y es por eso que después de una criocirugía, observamos una leve despigmentación, más visibles en los pacientes de color oscura que en los blancos, llevándonos muchas veces a optar por la modalidad spray, usada más para lesiones benignas superficiales y solo se deja la congelación con probeta, cuando estamos frente a una tumoración maligna.
Con lo anterior, podemos afirmar que la criocirugía sí cura y lo más importante, no necesita de hospitalización ni anestesia para su uso.
Artículo escrito por:
Dr. Adolfo Gómez Agámez. MD