Es una enfermedad producida por un parásito llamado Sarcoptes scabiei que es un ácaro minúsculo que una vez en la piel, la penetra y causa una reacción alérgica y una picazón muy intensa de predominio nocturno.
La enfermedad puede afectar a cualquier persona, no importa cuál sea su clase social, raza o edad. Se ha visto un aumento de la prevalencia en épocas de invierno. Es más común en los que entran en contacto físico estrecho y regular, especialmente los niños (menores de 2 años), las madres de lactantes y los ancianos que viven en instituciones de cuidado a largo plazo. También se ha asociado con condiciones de hacinamiento y con una higiene precaria. Sin embargo, el solo contacto (estrecho y regular) con una persona infestada es suficiente para la transmisión.
Es una condición temporal, siempre que se tomen las medidas apropiadas y se consulte prontamente al dermatólogo.
Puede pasar hasta un mes antes de que un individuo recientemente infestado note la picazón o inflamación que indican la presencia de enfermedad.
El síntoma inicial y más común es el prurito (piquiña), especialmente por la noche y con frecuencia imposible de controlar. La erupción inicial aparece como pápulas (pepitas) pequeñas, rojas o ronchas, picaduras pequeñas o granos. En casos más avanzados, la piel puede presentar costras o descamarse. Normalmente comienzan en los pliegues del cuerpo, especialmente entre los dedos, en los codos o en las muñecas, las nalgas o la línea del cinturón, alrededor de los pezones y en el pene o escroto. Los ácaros tienden también a esconderse dentro de la piel debajo de los anillos, brazaletes o pulseras de reloj. En los niños normalmente hay un prurito más generalizado y puede haber compromiso de las palmas, el cuero cabelludo y las plantas.
La infección bacteriana es la complicación más frecuente, especialmente en climas tropicales y en personas que tienen dificultad para mantener una buena higiene. El tratamiento de las infecciones mejora los síntomas pero no cura la enfermedad, por lo cual el prurito continúa.
Existe una presentación llamada sarna noruega o costrosa en la que los síntomas son más graves de lo normal. Las manos y los pies pueden presentar descamación y costras, y estas últimas ocultan miles de ácaros vivos y sus huevos, lo que hace más complicado el tratamiento porque los medicamentos tópicos no penetran bien la piel engrosada. Este tipo de enfermedad se observa en ancianos, personas con sistema inmune comprometido (cáncer, VIH), enfermedades neurológicas (impiden el rascado). Son casos muy contagiosos.
El dermatólogo diagnostica muchos casos con el examen visual minucioso de pies a cabeza en su consultorio pero, en caso de duda puede recurrir a pruebas simples, indoloras, para diagnosticarla. El raspado es el método más común, llevando el material a un microscopio para examinarlo. El diagnóstico definitivo se hace identificando los ácaros, sus huevos o sus materias fecales. Algunas veces se usa la prueba de la tinta, que consiste en aplicar marcador o lapicero con tinta azul o negra sobre el área sospechosa en cuyo caso el dermatólogo puede ver si la tinta penetra en los túneles de los ácaros.
El tratamiento de la escabiosis debe ser formulado por un dermatólogo, no se recomienda la auto medicación ni remedios caseros. La terapia consiste en medicamentos orales y tópicos dependiendo del grupo etáreo y condiciones de cada paciente y en el aseo de la casa que incluye el lavado de la ropa y de las sabanas y cobijas; lo que no se puede lavar debe plancharse o guardarse en bolsas bien cerradas por 8 días.
Artículo escrito por:
Doctora María Adelaida Restrepo C. MD