Muchos no sabrán qué significa la palabra psoriasis y por eso quiero comenzar diciendo que es una enfermedad de la piel, de origen poligenético, acompañado de situaciones externas como traumatismos, infecciones o medicaciones y que se caracteriza por unas ronchas costrosas que se presentan en el cuero cabelludo y en el resto del cuerpo como espalda, glúteos y extremidades, viéndose con mayor frecuencia en codos, rodillas, dedos y uñas.
Por ser una enfermedad crónica que no tiene un tratamiento definido, su impacto en la calidad de vida es significativo, dándose el caso de pacientes que se aíslan de su entorno por el rechazo a que son sometidos en el trabajo, en las universidades y hasta en su propio hogar y esto debido precisamente al desconocimiento de esta antiestética enfermedad, que piensan muchos es contagiosa, pero, aclaremos de una vez, la psoriasis NO es contagiosa.
Su historia es interesante, porque, aunque los papiros egipcios reseñaban diversos trastornos cutáneos, hasta la fecha no se ha encontrado ninguna notificación compatible con la psoriasis.
Ya en los años 460- 377 a de C, Hipócrates y su escuela proporcionaron una descripción objetiva y meticulosa de muchas afecciones de la piel y en su clasificación agruparon las erupciones descamativas y secas y con seguridad en esta lista estaba la psoriasis y la lepra.
Las mismas enfermedades se clasificaron juntas en el Antiguo Testamento, siendo así que muchos pacientes con psoriasis más no con lepra, fueron rechazados por sus comunidades.
Ya fue en los años 129 – 99 A de C que Galeno, introdujo la palabra psora , es decir, escamas, en pacientes con enfermedades que se descamaban en parpados, cantos de ojos y escroto, pero, en realidad, era un eczema completamente distinto a la verdadera psoriasis, es más, hasta mucho después se siguió confundiendo esta enfermedad no solo con lepra sino con otras enfermedades que producen escamas, por eso aun vemos cómo muchos colegas confunden la psoriasis con una simple dermatitis seborreica o caspa común .
Si hablamos de tratamiento, el más antiguo conocido es la exposición a la luz solar, incluso en tiempos prebiblicos se apreció que la lepra mejoraba con la exposición al sol. Con seguridad algunos de estos pacientes tenían psoriasis. Hasta hace poco, los nuevos tratamientos para la psoriasis se basaban en observaciones empíricas.
Ya en la primera mitad del siglo XX, se introdujeron la irradiación, es decir, a pleno sol, la radiación artificial con rayos UV y el ácido salicílico, la provocación de fiebre, la inyección intramuscular de leche, las dietas sin grasas y el arsénico.
Durante la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días, los que combatimos a la antiestética enfermedad, si bien es cierto abandonamos la mayoría de los tratamientos antes expuestos nos hemos apoyado en la fototerapia con UVA y UVB con la nueva versión HOUVA II, que entre otras cosas es la que mejor resultado ha dado y medicamentos como corticoides tópico, (no se deben usar nunca en forma sistémica), el Metotrexate, los Retinoides sistémicos y los análogos de la vitamina D y como última instancia los medicamentos llamados biológicos.
Así con lo anterior, si por lo menos no tenemos un tratamiento específico para erradicar la psoriasis, por lo menos nos queda el buen sabor de conocer su historia y de mantener limpios a nuestros pacientes.
Doctor Adolfo Gómez Agámez.MD